lunes, 25 de marzo de 2013

El vino en la antigua Roma


     El vino fue introducido en la cultura romana gracias a los Griegos y a los Etruscos, pero con la sociedad Romana llego el momento en el que se hizo popular llegando a todos los estamentos de la sociedad, desde los patricios hasta los esclavos. Esto fue debido sobre todo a que los romanos creían que el vino era una necesidad para la vida diaria. Debido a esto se aumento el cultivo de la vid por todo el imperio para satisfacer las necesidades de el pueblo y del ejercito, lo que hizo que la economía del imperio se viera afectada para bien debido al mercado que suponía esta gran cantidad de caldos, siendo objeto de trato con tribus nativas como galos y germanos.

La fabricación en época romana

     La realización del vino se llevaba a cabo a través del pisado de la uva, poco tiempo después de su vendimia. Este primer mosto, se pensaba que poseía propiedades médicas beneficiosas, de lo cual no estaban muy equivocados. Gracias a las descripciones de Catón, sabemos que el prensado se realizaba en una habitación especial, la cual tenía una plataforma de hormigón elevada en la que había una pileta poco profunda con bordes elevados. Dicha pileta tenías curvas suaves que ibas directamente a un desagüe. A lo largo de ella, largas vidas de madera colocadas horizontalmente se extendían para poner las uvas aplastadas entre ellas, aplicando presión sobre ellas con un cabestrante. El zumo iba entre las vigas hasta la pileta. Hay que indicar que estas prensas eran muy caras, por lo que estaban destinadas a grandes viñedos.

     Un viñedo repetía de una a tres veces el proceso del prensado. El zumo obtenido de una tercera vez era utilizado para elaborar un vino de baja calidad, también conocido como piquette. Tras el prensado, el mosto de uva era almacenado en recipientes de barro grandes llamados dolia. Estos recipientes podían contener hasta miles de litros, estando a veces parcialmente enterrados en el suelo. En estos, se realizaba la fermentación de la iba, que iba desde 15 a 30 días, tras lo cual se sacaba el vino y y metía en ánforas. En las tapas de las mismas se realizaban pequeños agujeros para que escapase la presión del dióxido de carbono. Los vino se exponían con frecuencia a altas temperaturas. Para obtener más dulzor, se cocía una parte del mosto mediante un proceso conocido como defrutum, de manera que el azúcar se concentrara, añadiéndose después el resto ya fermentado.

Tipos de vino
    El vino tenía implicaciones religiosas, sociales y medicinales que lo diferenciaban de otros alimentos. Así, se generalizó el consumo de este por todas las capas de la sociedad, "democratizándose" el consumo de esta bebida.
     Como en la mayor parte del mundo antiguo, el vino blanco dulce era el vino más apreciado. Los vinos eran muy alcohólicos, y a veces se diluían con agua templada e incluso con agua de mar salada para rebajarlos. La carazteristicas que posee el vino de envejecer, también era muy apreciada entonces, alcanzando un gran valor los vinos de cosechas más viejas. La ley romana distinguía entre el vino "viejo" y el "nuevo", siendo el primero el que había envejecido por lo menos un año.

     El vino era condimentado muy a menudo con hierbas y especias, el cual se almacenaba en envases recubiertos de resina. Los romanos gustaban de experimentar con el aroma de los vinos, por lo que poseían distintas técnicas para mejorar el bouquet del vino. Una técnica de gran popularidad era plantar hierbas como la lavanda y el tomillo en los viñedos, porque se pensaba que los sabores se transferían a través del suelo a la uva. Otra técnica fue almacenar las ánforas en una cámara de humo llamada fumaruim, para darle un sabor ahumado.

El vino en Hispania

     Cartagineses y fenicios fueron los primeros que introdujeron la viticultura en España. Pero fue con los romanos con los que se elevó la producción del vino en la península, gracias a nuevas técnicas de cultivo y al desarrollo de las calzadas, que llevó nuevas oportunidades económicas a la región.

     Los vinos españoles se extendieron por el imperio, encontrándose con frecuencia en Roma. El poeta Marcial describió un vino muy apreciado conocido como Ceretanumy originario de Ceret (la actual Jerez de la Frontera). El comercio del vino español llegó más lejos a través del Imperio Romano que el propio vino de Italia.

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